El hermano David Steindl-Rast ofrece otra mirada (impopular y exigente) a los atentados terroristas: reconocer nuestra propia decadencia y comprometernos a recuperar los valores humanos básicos que hemos perdido.
El camino del cristiano conduce a la cruz, pero no por eso es opuesto al gozo: “Una vez que descubrimos que la estrechez es el camino, participamos en la alegría que produce el comprender esta verdad”.