La Pascua, en su significado original y más profundo, es la celebración de la eternidad de la vida, manifestada en múltiples formas de renacer. “La resurrección se sitúa en la hondura más radical del deseo humano: el deseo de no morir, de no desparecer, de ser en plenitud, de ser para siempre, en un siempre que es creación”.
Nueva y eterna creación
El camino hacia la Pascua
Domingo de Ramos. Nuestro camino hacia el triunfo pascual está escalonado, como el de Jesús, por el servicio a los demás: “Jesús resucita, nos llama a resucitar, pero a través de su camino, hacia la meta de su amor: hacia el dolor del otro, que sigue siendo su dolor, que es donde sigue estando su amor”.
Ver lo que Dios ve
Hugo Mujica nos invita a ahondar en el sentido el pasaje de la transfiguración en el evangelio del domingo. Contemplar a Dios es ver lo que Dios ve: “Olvidarse y renunciar a sí mismo es encarnar y encender la humilde pero concreta transfiguración del calor de una mano extendida en medio de la noche de los demás”.
A cada instante es el juicio
Estamos acostumbrados a representaciones apocalípticas del Juicio Final. Sin embargo, el juicio se da a cada instante: “Un vaso de agua, una palabra de consuelo, una visita de solidaridad, un abrazo de ternura… cada acto, cada omisión es ya el juicio, el que juicio que cada vida es, el que la muerte lo hará final”.
Poseer fecundando, fecundar entregando
Hugo Mujica nos llama a preguntarnos acerca de cómo nos relacionamos con las cosas y las personas. ¿Poseemos algo para aferrarnos a ello, o lo cuidamos, lo hacemos crecer, lo entregamos? “Hay una sola manera de tener: el entregar. Producir frutos, madurar, como madura un árbol sus frutos: para entregarlos, para trascenderse en esa entrega”.
Reconocer nuestra dependencia
La autofirmación lleva necesariamente a la autosuficiencia. El evangelio de hoy nos invita a reconocer nuestra indigencia para así sabernos necesitados de Dios y de los demás: “Depender, en su última dimensión, es simple y radicalmente saberse y aceptarse finitud, es saber que no somos la fuente de nuestra propia vida sino simplemente su manar”.
Generosidad en abundancia
Un pasaje del Evangelio que puede resultarnos difícil de aceptar si estamos acostumbrados a nuestros cálculos humanos: “El escándalo aquí no es la ausencia de justicia; es la abundancia de generosidad… la diferencia entre un Dios que regala y un hombre que calcula; entre el contrato y la solidaridad, entre el pago y el don”.